El papel de la alimentación en la salud mental

Determinados cambios en la alimentación pueden tener efectos positivos sobre los problemas de salud mental.


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La salud del sistema digestivo modula su funcionamiento con la actividad cerebral a través del eje microbioma-intestino-cerebro. Los estudios recientes apuntan a un posible vínculo entre los desequilibrios en la flora intestinal (el aumento de la inflamación de la mucosa intestinal y su desregulación inmunológica) con un aumento en el riesgo de padecer depresión. Los datos preliminares de investigaciones en animales y ensayos clínicos en seres humanos sugieren que los probióticos tienen efectos terapéuticos en estados depresivos y en la ansiedad.

Si bien la mayoría de los resultados de estudios sobre la relación entre la nutrición y la salud mental no son concluyentes, la mayoría de los investigadores están de acuerdo en que, por ejemplo, reducir o eliminar el azúcar refinado y la cafeína de la dieta mejora el estado de ánimo en muchos pacientes con depresión. Los alimentos ricos en folato, piridoxina (B6) y metil-cobalamina (B12) son terapéuticos porque estas vitaminas son esenciales en la síntesis de serotonina, dopamina y norepinefrina, tres neurotransmisores que juegan un papel fundamental en la regulación del estado de ánimo.

El aumento del consumo de pescados ricos en ácidos grasos omega-3 puede proporcionar un efecto protector contra la depresión. Importantes fuentes dietéticas de omega-3 incluyen salmón, sardinas y otros peces de aguas profundas, así como aceite de linaza, nueces o semillas de lino y chía. La ingesta relativamente más alta de ácidos grasos omega-3 (es decir, en comparación con los ácidos grasos omega-6) está correlacionada con marcadores inflamatorios más bajos, como el de la proteína C reactiva, lo que reduce el riesgo de trastornos mediados por la inflamación, incluyendo la depresión y la enfermedad de Alzheimer. De hecho, las tasas de prevalencia de depresión severa y los intentos de suicidio son menores en países donde el pescado es una parte importante de la dieta promedio.


En Japón, donde el consumo de pescado es muy alto, la incidencia anual de depresión entre la población es de sólo 0,12 %, en comparación con el 6 % en Nueva Zelanda, donde el consumo de pescado es relativamente bajo.


Un estudio epidemiológico concluyó que el consumo de pescado (que contenía principalmente ácidos grasos omega-3) de dos a tres veces por semana, redujo significativamente el riesgo de deterioro cognitivo en adultos. Asimismo, se encontró que el alto consumo de pescado estaba inversamente correlacionado con el deterioro cognitivo. Por el contrario, los individuos que preferían alimentos ricos en ácido linoleico (un ácido graso omega-6) exhibieron tasas significativamente más altas de deterioro cognitivo.
Los factores del estilo de vida -incluyendo el ejercicio y el consumo de alcohol- además del nivel educativo, están relacionados con las preferencias dietéticas y, por lo tanto, con un riesgo relativamente menor de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
Las personas que consumen una dieta rica en grasas saturadas y alta en calorías tienen un riesgo promedialmente mayor de desarrollar enfermedad de Alzheimer, que las personas que tienen ingesta moderada de grasa y restringen las calorías totales.

El exceso de ingesta calórica y la alta ingesta de grasas promueven la formación de radicales libres dañinos que causan cambios neuropatológicos difusos en el cerebro. Un meta-análisis con los resultados de diferentes estudios a nivel comunitario concluyó que el riesgo de enfermedad de Alzheimer aumentó linealmente a una tasa de 0,3 % con cada aumento de 100 calorías en la ingesta diaria. Además, el alto consumo diario de grasa se correlacionó fuertemente con un mayor riesgo de desarrollar demencia.

El consumo de cafeína aumenta los niveles sanguíneos de epinefrina, norepinefrina y cortisol, lo que resulta en un aumento de estados de ansiedad, nerviosismo y un mayor riesgo de ataques de pánico, pero solo en individuos que están genéticamente predispuestos a estos trastornos.
El consumo moderado pero no fuerte de vino tinto (dos vasos por día en hombres y uno en mujeres) se asocia con un riesgo reducido de enfermedad de Alzheimer. En un gran estudio de cinco años, 19.000 mujeres de 70 a 80 años que bebían diariamente 14 g de alcohol (el equivalente a un vaso y medio de vino o una cerveza de 0,35 litros) tuvieron un 20 % menos de deterioro cognitivo, en comparación con las no bebían.
En cambio, el abuso crónico de alcohol se asocia a menudo con desnutrición debido a la mala absorción de nutrientes esenciales a través de la mucosa del estómago y del intestino delgado, lo que da lugar a niveles sanguíneos significativamente reducidos de tiamina, folato e importantes minerales. La hipoglucemia puede ser el resultado de efectos tóxicos del alcohol en el hígado, que se manifiesta como confusión, ansiedad y deterioro del funcionamiento cognitivo. Los alcohólicos que mejoran su nutrición general probablemente tienen una mejor oportunidad de mantener los estados de sobriedad que los que no. El 81% de los alcohólicos que se mantuvieron en una dieta libre de cafeína, baja en azúcares y alta en germen de trigo y fruta, lograban permanecer abstinentes hasta durante 6 meses.

  
Referencias:
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0304394007005356
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3705810/


Insuficiencia cardíaca, lo que debes saber

Insuficiencia cardíaca

Una insuficiencia cardíaca se produce cuando el músculo cardíaco se debilita y no puede llevar suficiente sangre y oxígeno al resto del cuerpo. Dicha situación puede resistir un tiempo, pero eventualmente deberá ser tratada.


¿Qué causa una insuficiencia cardíaca?

El corazón puede comenzar a fallar a medida que la persona envejece, pero esta condición también puede afectar a jóvenes. En este caso, generalmente está relacionado con otro problema subyacente que bien puede ser hipertensión arterial, enfermedad coronaria o un defecto de nacimiento en el corazón. La enfermedad pulmonar es otro factor que puede provocar insuficiencia cardíaca. La obesidad, la diabetes y la apnea del sueño también se han relacionado con ella.


Síntomas

La sintomatología de la insuficiencia cardíaca es variada, veamos las más comunes:

Falta de aliento: Es uno de los primeros síntomas que se pueden notar, especialmente después de que la persona esté activa. También puede suceder cuando está en reposo, una vez que la insuficiencia cardíaca empeora. A veces puede sentir falta de aliento cuando está acostado o dormido. Eso es porque el corazón no puede mantener el flujo de sangre de vuelta desde los pulmones. Cuando esto ocurre, la sangre vuelve hacia los pulmones, eso hará más difícil respirar.

Fatiga: Si el corazón no bombea correctamente, el organismo extrae sangre de áreas menos importantes del cuerpo, como por ejemplo, los músculos de las extremidades. Eso puede hacer que los brazos y piernas se sientan débiles. La persona puede sentirse cansado haciendo cosas cotidianas, como subir escaleras o caminando dentro de su propia casa.

Tos y sibilancias persistentes: Esta es otra señal de que el corazón se está esforzando, y que la sangre que regresa de los pulmones está volviendo a ellos. Significa que el fluido se mete en los pulmones. A veces, la tos puede traer mucosidad blanca o rosada.

Hinchazón de pies y piernas: Los riñones, ya que tienen menos sangre para trabajar, no pueden deshacerse del sodio, esto ocasiona más líquido en los tejidos. Dicha situación es particularmente cierta para personas con dificultad inusual para respirar durante una actividad física. Por lo tanto, si recientemente ha desarrollado hinchazón de pies o piernas, o si es constante, debería consultar a un médico para una evaluación.

Náuseas y falta de apetito: Puede ocurrir que la persona sienta náuseas apenas comienza a comer, como si ya estuviera llena y no pudiera comer más. Esto puede conducir a la falta de apetito. Dicha situación se produce porque el sistema digestivo no está recibiendo suficiente sangre y oxígeno, y por tanto, no puede trabajar correctamente.
Un corazón acelerado: Es una señal de advertencia común. Cuando el corazón no bombea suficiente sangre, el cuerpo lo sabe y lo puede compensar de varias maneras, por ejemplo, agrandando el músculo del corazón o hacerlo latir más rápidamente.

Confusión: La persona puede parecer desorientada o lenta, o puede empezar a olvidar ciertas cosas evidentes. Cuando otros órganos no funcionan bien debido a la falta de sangre, afecta la fluctuación de ciertos minerales (como el sodio) en la sangre. Esto puede afectar el cerebro.

Disfunción eréctil: Comúnmente se piensa que la disfunción eréctil es un problema psicológico o del sistema reproductivo. Sin embargo, un flujo sanguíneo debilitado perfectamente puede desencadenar este problema. Los hombres con incluso una leve disfunción eréctil, pero sin problemas cardíacos conocidos, enfrentan un gran riesgo de desarrollar una enfermedad cardíaca en el futuro. Y como la disfunción se haga más prominente, las chances de riesgo de enfermedad cardiovascular crecerán.


Consejos para prevenir la insuficiencia cardiaca

Es posible reducir las probabilidades de contraer esta condición. Asegurarse de comer sano y hacer ejercicios físicos al menos tres veces por semana. Si fuma, dejar de fumar. Si hay sobrepeso, tratar de eliminar los kilos de más. Si la persona ya está en riesgo, el médico puede reducirlo con medicamentos. En este caso, es muy importante que la persona siga al pie de la letra las instrucciones del doctor.


Tratamiento para la insuficiencia cardíaca

Generalmente no hay cura para este problema, pero sí puede ser tratado. Normalmente, ese plan incluirá tareas como ejercicio y una dieta baja en sodio. Es posible que su médico le pida que se pese todos los días para asegurarse de no retener demasiado líquido. También necesitará hacer un seguimiento de la cantidad de líquido que consume cada día. Además de tomar algunos medicamentos. También es probable que necesite controlar el estrés y evitar la cafeína.
En determinados casos, el médico podría recomendar una cirugía para implantar algún dispositivo que ayude al corazón a funcionar mejor.


¿De qué manera afectan los anticonceptivos la salud de los futuros hijos?

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Al elegir a un compañero para tener hijos, lo natural es que la mujer desee a quien pueda transmitir cualidades genéticas benéficas a su futura descendencia. Dado que los mejores genes aumentan la supervivencia y las posibilidades de reproducción de dicha descendencia, los mecanismos que detectan la "calidad genética" evolucionaron para llevar a las personas a ser sexualmente atraídas por individuos con los genes apropiados.

Uno de esos indicios para la elección del compañero es el olor, que indica la compatibilidad entre los sistemas inmunitarios de las potenciales parejas. Específicamente, el olor revela la superposición entre los sistemas inmunes de las dos personas, de modo que las señales más atractivas se solapen menos entre los sistemas inmunes de la pareja. Es decir, cuanto mayor sea la disimilitud entre los sistemas inmunológicos de ambos individuos, más posibilidades de engendrar un niño sano.

Los futuros hijos se beneficiarían más de tener padres con sistemas inmunitarios disímiles, lo que resulta en un sistema inmune mejorado. En consecuencia, las mujeres han evolucionado para ser sexualmente atraídas por hombres con un sistema inmune diferente, principalmente durante las fases del ciclo de alta fertilidad.
Usando el "paradigma de las camisetas sudorosas", en el que participantes femeninas olfatearon camisetas recientemente usadas por hombres, los estudios han demostrado que las mujeres tienden a preferir el olor de hombres con un sistema inmunitario diferente como potenciales parejas.
Desafortunadamente, el uso de la píldora anticonceptiva interfiere con esta selección y cambia la preferencia natural para elegir parejas con el sistema inmunitario disímil.


Las mujeres experimentan cambios de preferencia masculina a lo largo de su ciclo menstrual, lo que les ayuda a obtener recursos relevantes para su estado actual de fecundidad, ya sea fértil o infértil.


Durante la fase fértil del ciclo menstrual, las mujeres buscan beneficios genéticos para su descendencia y, por lo tanto, son más atraídas por hombres cuyas características indican tales beneficios (por ejemplo, caras, cuerpos y voz más masculinas). Por el contrario, durante la fase estéril del ciclo, las mujeres buscan señales de alta inversión en la paternidad y la pareja, que suelen asociarse menos con las características masculinas.

Las mujeres tienden a preferir un sistema inmune similar durante la fase estéril por razones de afinidad: los olores similares (genéticamente hablando) pueden hacerlas sentir más seguras durante el embarazo.

Debido a que las píldoras anticonceptivas introducen hormonas que previenen la ovulación y conducen a la pérdida temporal de la fertilidad, la preferencia natural de las mujeres se fija en la similitud, como lo hace en las fases infértiles naturales del ciclo.


En particular, las mujeres que normalmente no usan anticonceptivos tienden a calificar a los hombres con sistemas inmunitarios disímiles como más atractivos físicamente, mientras que las mujeres que usan píldoras anticonceptivas tienden a calificar a hombres con un sistema inmunológico similar, como físicamente más atractivos.


Este cambio implica preferir desajustadamente a las potenciales parejas. Esto puede afectar negativamente la adaptabilidad del sistema inmunológico de sus hijos.


Un estudio

En una investigación reciente se examinó si los niños nacidos de parejas que se unieron durante el uso regular de píldoras anticonceptivas mostrarían más síntomas asociados con un sistema inmunológico más débil (por ejemplo, más propensos a las infecciones o que necesitaban más atención médica) en comparación con los niños cuyos padres se unieron cuando la madre no estaba utilizando pastillas anticonceptivas.

192 mujeres de 22 a 48 años participaron en el estudio. Todas las participantes eran madres biológicas de un niño de 1 a 8 años. Este rango de edad fue seleccionado porque los niños, en sus primeros años, son usuarios frecuentes de servicios de salud. 
61 mujeres informaron que conocieron al padre de sus hijos durante el uso de la píldora anticonceptiva, mientras que 119 mujeres informaron que no usaban pastillas anticonceptivas cuando conocieron al padre de sus hijos. 
Mediante la recopilación de las historias clínicas los investigadores averiguaron datos sobre la salud de los niños, incluyendo la tendencia a enfermarse, su salud general, salud relativa general (comparación con otros niños de su edad), la velocidad relativa de recuperación del niño enfermo, el número de visitas a un instituto médico para recibir tratamiento y el número de hospitalizaciones.

Los resultados revelaron que los niños con madres que estaban consumiendo la píldora son más propensos a infecciones, requieren más atención médica, sufren de una mayor frecuencia de enfermedades comunes y son percibidos como generalmente menos saludables que los niños cuyos padres se unieron en circunstancias de no consumo de la píldora. Estos hallazgos indican que un factor clave para asegurar el futuro de los niños puede deberse a una elección hecha años antes de que ellos nacieran: la decisión de su madre de usar la píldora anticonceptiva.

Las implicaciones de estos datos son profundas, ya que el uso de píldoras anticonceptivas es generalizado y sigue creciendo.  El 62% de todas las mujeres del mundo desarrollado en edad reproductiva usan actualmente un método anticonceptivo. Las consecuencias de estos números son sombrías: el sistema inmunológico de los niños de la generación actual podría ser más frágil que el de nuestros antepasados, dejando a las generaciones recientes y futuras más susceptibles a patógenos y, por tanto, más dependientes de la atención médica.



Referencia:
https://link.springer.com/article/10.1007/s40806-016-0074-4


El antidepresivo que se encuentra en nuestro cerebro


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Mientras que comúnmente se cree que la depresión clínica y otros trastornos de la salud mental son causados ​​por un "desequilibrio químico", hace ya tiempo que sabemos que esto no es cierto.
Ahora hay mucha evidencia de que los problemas de salud mental son causados ​​por una combinación de estresores como un trauma, infecciones, lesión cerebral o la falta de sueño, además del riesgo genético.
En el caso de la depresión o la ansiedad, varios factores estresantes pueden conducir a una sobre-activación crónica del sistema nervioso simpático (sistema de lucha o huida) y, finalmente, a la resistencia al cortisol, a la inflamación cerebral y a una disminución de la capacidad de las células en ciertas áreas del cerebro a trabajar eficientemente. Y como corolario, una capacidad disminuida de dichas células para recuperarse de su trabajo diario.


No es la falta de serotonina o "desequilibrio químico" lo que causa el problema, sino que se debe a una híper-activación del sistema nervioso simpático y la incapacidad para desactivarlo.


Cualquier cosa, entonces, que trabaje para ayudar en una depresión, no debe enfocarse en equilibrar las sustancias químicas per se, sino que debe trabajar en la sobre-activación del sistema nervioso, promoviendo la recuperación del mismo y mejorando la capacidad antioxidante del cerebro, para de esa forma subsanar su capacidad de reparación.

Uno de los grandes actores en esta recuperación y reparación se encuentra en el cerebro, es el factor neurotrófico derivado del cerebro o BDNF. Los niveles de BDNF son más bajos en ciertas regiones del cerebro durante un episodio de depresión, y se cree que ciertos antidepresivos y sales, como el litio, lo elevan.
El BDNF no sólo ayuda en la recuperación de la depresión, sino que también incide en tareas regulares como el aprendizaje y la memoria. Además, también participa en la reparación en casos de lesiones cerebrales.


El Factor neurotrófico derivado del cerebro BDNF (en inglés, brain-derived neurotrophic factor) es una proteína que está codificada por el gen BDNF. Actúa como agente de crecimiento de la familia de las neurotrofinas, asociadas al crecimiento del sistema nervioso. Estas neurotrofinas se encuentran en el cerebro y el tejido periférico.


Ahora sabemos que muchas personas tienen variaciones en el gen que codifica el BDNF. Específicamente, una parte del gen puede codificar el aminoácido metionina reemplazando una valina (aminoácido codificado por el ADN).
Esto abarca, aproximadamente, a una de cada tres personas, es decir, más del 30% de la población mundial. Aunque estos hallazgos son bastante recientes, sabemos que estas personas tienen un mayor riesgo de desarrollar depresión y una mayor respuesta al estrés.


Cómo pueden ayudarnos estos conocimientos

Por ejemplo, un estudio demostró que el ejercicio físico es particularmente útil para la memoria en portadores de alelos de metionina en el gen BDNF. Las dosis bajas de litio (menores que las dosis estándar) se cree que eleva los niveles de BDNF. Incluso algunos estudios han demostrado que una dieta sana puede afectar positivamente al BDNF, aunque esto último se ha estudiado en ratones, pero no en humanos.

Sabemos que el BDNF ayuda a las neuronas a recuperarse así como los fertilizantes ayudan a las plantas a crecer. Los investigadores y los clínicos pueden trabajar juntos para ver qué medicamentos, como el litio o los ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina), pueden ser útiles para los perfiles genéticos de personas que no responden a intervenciones menos invasivas.
Por primera vez, los psiquiatras están a punto de ser capaces de decirles a sus pacientes... “aquí es donde está el problema en tu cerebro, y esto es lo que podemos hacer para solucionarlo”.


Referencia:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23907543
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22500970