La flora intestinal y su incidencia en la diabetes y obesidad


Es bien sabido que tanto la diabetes tipo 2 como la obesidad están influenciadas por el estilo de vida y los genes. Sin embargo, desde hace no mucho tiempo se sabe que los genes de la flora intestinal (o microbioma) también pueden desempeñar un papel importante en estas patologías. 


microbiota

Las bacterias del intestino cumplen múltiples funciones, por ejemplo, sintetizan vitaminas y aminoácidos esenciales, además de ayudan a degradar toxinas. Pero durante los últimos años se ha puesto de manifiesto que la influencia de la flora intestinal sobre la salud puede ser mucho más profunda.

Ya desde su nacimiento, cada ser humano coexiste cada vez con más microbios. Al momento de la edad adulta, una persona puede estar “colonizada” por muchas más células microbianas que las aproximadamente 13 billones de células humanas. Más importante aún, estas células microbianas (la microbiota), colectivamente, tienen exponencialmente más genes (el microbioma) que las células humanas, alrededor de 250 a 800 veces más.

Además, muchos genes del microbioma producen proteínas, incluyendo hormonas, neurotransmisores y moléculas inflamatorias, que pueden entrar en la circulación sanguínea y afectar la salud. A la luz de esto, es razonable cuestionar si los genes del microbioma podrían desempeñar un papel tan importante en la salud. La evidencia reciente sugiere que el microbioma puede incidir en la probabilidad de muchas enfermedades importantes, incluyendo la obesidad y la diabetes.


¿Cómo podría la microbiota del intestino afectar la obesidad?

En primer lugar, la microbiota podría influir en las calorías que el cuerpo absorbe. El peso corporal no se ve afectado por las calorías que se ingieren, sino más bien por las calorías que se absorben. Los azúcares simples de la dieta son absorbidos fácilmente, y las enzimas humanas convierten los almidones en azúcares simples, pero las enzimas humanas no digieren muchos polisacáridos dietéticos. Las enzimas microbianas pueden convertir esos polisacáridos en fuentes de energía digeribles, particularmente monosacáridos y ácidos grasos de cadena corta.


Alrededor del 90% de las bacterias intestinales están en 2 grupos de microorganismos: Bacteroidetes y Firmicutes. Los Firmicutes generan más energía que Bacteroidetes. Los humanos obesos tienen relativamente más Firmicutes.


Varios experimentos sugieren que la microbiota puede afectar poderosamente la obesidad en los mamíferos. Por ejemplo, la microbiota intestinal de ratones obesos y de ratones delgados se trasplantó a ratones de peso normal, todos ellos con la misma ingesta calórica diaria. Durante las 2 semanas siguientes, los ratones que recibieron microbiota de ratones obesos se volvieron obesos, mientras que los que recibieron microbiota de ratones delgados permanecieron en su peso normal.


Diabetes Mellitus Tipo 2

Dado el mayor riesgo que tienen las personas obesas de desarrollar diabetes, no es sorprendente que el microbioma también podría influir en la diabetes tipo 2.

Relaciones más o menos altas de Firmicutes sobre Bacteroidetes no sólo influyen en el metabolismo de los carbohidratos, sino que también alteran la producción de ácidos grasos de cadena corta. En particular, la producción de acetato se incrementa y la producción de butirato disminuye. Un estudio reciente encontró que el aumento de los niveles sanguíneos de acetato causa resistencia a la insulina y aumenta la producción de grelina (la hormona estimulante del apetito) en el estómago. Niveles más bajos de butirato en el intestino estimula la inflamación, lo que puede generar resistencia a la insulina.

La inflamación intestinal tiene otro efecto, en estudios con roedores, la inflamación debilita las uniones estrechas epiteliales en la mucosa intestinal, facilitando la entrada de endotoxinas bacterianas en la sangre. Esta "endotoxemia metabólica" conduce a una mayor actividad del sistema inmunológico, lo que  puede provocar resistencia a la insulina y aumento de peso.

Algunos estudios han encontrado que las personas con diabetes tipo 2 tienen baja cantidad de especies productoras de butirato, lo que lleva a una inflamación de bajo grado en el intestino. Esto se ha encontrado en personas de diferentes razas y etnias.


Es poco probable que una sola especie de bacterias intestinales desempeñe un papel dominante en la alteración del riesgo de diabetes tipo 2, aunque varios estudios han encontrado que un mayor número de 'Akkermansia muciniphila' reduce la inflamación en el tejido adiposo y mejorar la señalización de la insulina.


Conclusiones

Es plausible que el microbioma humano pueda afectar el riesgo de obesidad y diabetes tipo 2, además de otras enfermedades como la aterosclerosis, y que las manipulaciones del microbioma podrían reducir ese riesgo. Sin embargo, la ciencia biomédica aún está lejos de probar cualquiera de estas creencias. La disección del posible papel del microbioma en estas y otras enfermedades será un gran desafío, porque los genes humanos influyen en la composición de la microbiota intestinal, a su vez, los genes microbianos influyen en la expresión de los genes humanos, y la dieta influye tanto en la microbiota como (posiblemente) en la expresión de los genes humanos. 
En resumen, los genes humanos, los genes microbianos y la dieta comparten un complicado conjunto de interdependencias.

Hasta no hace mucho tiempo no se creía que el microbioma pudiese afectar el riesgo de enfermedades metabólicas importantes. Sin embargo, durante la última década, la investigación ha revelado que no es improbable en absoluto. Al final, la enfermedad es el resultado de una bioquímica desordenada. Los genes dirigen la bioquímica, el microbioma humano contiene exponencialmente más genes que los genes humanos, y esos genes microbianos producen moléculas que afectan a la fisiología humana.


Referencia:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/17183312
http://www.pnas.org/content/101/44/15718.full


Cuatro estrategias esenciales para combatir el insomnio


insomnio


Nuestro cerebro está regulado por el ciclo de luz-oscuridad, y dada la manera en que estos ciclos están siendo interrumpidos por el ritmo de vida actual, no es de extrañar que el insomnio sea un gran problema para mucha gente. 
El insomnio se caracteriza por la incapacidad de dormir, o bien despertarse en medio de la noche y no poder volver a dormir fácilmente. Es importante distinguir cuál es el problema para identificar que estrategia le será más útil.


Ritmo circadiano

Nuestros cerebros están diseñados para despertar con la luz y dormir con la oscuridad. Esto se conoce como ciclo de vigilia-sueño o ritmo circadiano. El desequilibrio de este ritmo puede causar insomnio, depresión, trastorno de estrés postraumático (TEPT), fibromialgia, entre otras patologías. En las mujeres también puede ocasionar síndrome premenstrual. Con el fin de abordar estos síntomas con éxito, tenemos que equilibrar el problema subyacente, que es la alteración del ciclo vigilia-sueño.
De hecho, la dependencia de productos farmacológicos en el largo plazo sólo empeora el ritmo y perturba la función cerebral, por lo que tendremos que pensar en otras alternativas.


Estrategia 1: Lentes de bloqueo de la luz azul

La longitud de onda azul-verde (del espectro de luz) es la más importante para deprimir la melatonina, la hormona del sueño que se libera después de la exposición a la oscuridad. Es por eso que ver la televisión hasta tarde, leer, o trabajar en el ordenador (que transmite la luz azul-verde directamente al cerebro a través de los ojos) es estimulante y contribuye al insomnio. Esta es también la razón por la que la exposición a la luz azul durante la mañana despierta el cerebro.
Sin embargo, si queremos dormir tranquilamente, esta onda de luz debe ser bloqueada por la noche. A medida que envejecemos tenemos menos melatonina, por lo que este desafío aumenta. Se han demostrado que los anteojos de bloqueo de las luces azules del espectro de luz, de color amarillo-anaranjado, mejoran la aparición del sueño.

Es recomendable usar estas gafas una hora antes de ir a la cama. Esto también nos permite seguir haciendo lo que deseemos, mirar televisión, usar el ordenador, leer, etc. Utilice las gafas durante al menos 3 noches seguidas antes de determinar su eficacia.


Estrategia 2: Consumir melatonina

La melatonina es la hormona que regula el reloj biológico del cuerpo, se sintetiza en la glándula pineal del cerebro y posteriormente es distribuida a través de la sangre. Esta hormona es la que informa al cuerpo de las fases circadianas.
Según diversos estudios, la dosis ideal para combatir el insomnio es 1 mg una hora antes de ir a la cama. La melatonina se vende en farmacias tanto en pastillas como en gotas. No es recomendable que la consuman niños y adolescentes.
  

Estrategia 3: Litio Natural

El carbonato de litio es bien conocido como un medicamento benéfico para reducir los síntomas del trastorno bipolar, pero también tiene efectos secundarios que requieren que buscamos alternativas. Sin embargo, el litio mineral (orotato de litio) es una alternativa natural, sin efectos secundarios, que es muy útil para ayudar a volver a regular los ritmos circadianos y el ciclo sueño-vigilia. La dosis recomendada puede variar de 15-150 mg al día. El orotato de litio no solamente es efectivo para el insomnio sino que también combate la ansiedad y la depresión. En este caso, es recomendable consultar con un profesional que le pueda brindar una atención personalizada.


Estrategia 4. ¿Comer antes de acostarse? Sí.

No poder conciliar el sueño al acostarse es un tipo de insomnio, pero ¿Qué pasa si te duermes fácilmente pero te despiertas unas horas después y ya no puedes volverte a dormir? Si usted tiene este tipo de problema, quizás la pieza que falta aquí es la necesidad de estabilizar los niveles de glucosa en sangre para ayudar a mantener el sueño. Para saber si este es el problema, sólo comer 30 gramos de proteína animal: un pequeño trozo de carne, media feta de embutido, o algún producto lácteo (leche, queso, yogur, etc.) con un pequeño trozo de pan (carbohidratos) justo antes de irse a dormir. Haga esto mismo durante varias noches antes de determinar si el problema está en sus niveles de glucosa. Puede notar una mejora lenta pero constante.  


Microbios: Nuestros minúsculos y cruciales socios

Antes de que la ciencia haya recientemente comenzado a cambiar la visión sobre los microbios, la mayoría de nosotros los consideraba como algo desagradable. Después de décadas de tratar de eliminarlos de nuestras vidas, comenzamos a entender que las comunidades de microbios que existen tanto en nuestro organismo como fuera de él, son esenciales para la vida. La mayoría de ellos nos benefician o, al menos, no nos hacen daño.


microbios


Esta nueva visión está impulsando descubrimientos y continuas reevaluaciones en las prácticas de dos facetas sustanciales para la humanidad: la medicina y la agricultura.
El microbioma humano, especialmente el que vive en el intestino, no sólo ayuda a mantener a raya a otras bacterias causantes de enfermedades, sino que también son los encargados de producir muchos compuestos químicos que necesitamos y que nuestro propio cuerpo no puede producir sin su ayuda. Por ejemplo, el butirato es uno de esos compuestos que, sin un suministro constante, las células que recubren el colon comenzarían a funcionar mal, lo que podría conducir a la aparición de tumores, síndrome de intestino permeable, entre otras patologías.
El neurotransmisor serotonina es otro compuesto que es producido por la microbiota intestinal. Insuficientes niveles de serotonina puede hacernos sentir ansiedad o depresión.

En el mundo vegetal, los microbios beneficiosos que viven en y sobre las raíces de las plantas producen hormonas de crecimiento y también estimulan a la planta a producir sus propios compuestos defensivos. A su vez, las plantas producen y liberan azúcares y proteínas en sus raíces para alimentar a estos microbios ¿Por qué? Simplemente porque es mutuamente beneficioso.

Pero al igual que todos los aliados, tanto nosotros como las plantas, podemos contar con estos socios microbianos sólo mientras los intereses estén alineados. Cuando nos peleamos con los microbios, a través del uso indiscriminado de toxinas microbianas como antibióticos o agroquímicos, las cosas pueden salir mal. Los microbios problemáticos (plagas y patógenos previamente controlados por sus benignos parientes) pueden proliferar y causar estragos. A largo plazo, esto socava tanto el fundamento microbiano de las defensas naturales de nuestros cultivos como nuestro propio sistema inmunológico.

De hecho, nuestra guerra contra los microbios ha producido grandes victorias pero también algunas consecuencias imprevistas. Mientras hemos domesticado muchas enfermedades infecciosas, ahora nos enfrentamos a superbacterias, microbios causantes de enfermedades que ya no podemos controlar utilizando antibióticos. La pérdida o alteración del microbioma humano también ha derivado en algunas enfermedades crónicas que afectan nuestra vida moderna, incluyendo diabetes tipo 1 y tipo 2, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, ciertos tipos de cáncer, esclerosis múltiple, asma y alergias.
  
Y en agricultura, aunque podemos tener altos rendimientos de cultivos, muchas veces los agricultores también enfrentan campos más vulnerables a brotes y resurgimiento de plagas, también a pérdidas globales en la fertilidad del suelo. Durante las últimas décadas, hemos estado aprendiendo que en muchos casos estos problemas y sus soluciones están arraigadas en cómo tratamos a las comunidades microbianas que viven en el suelo.

Necesitamos una estrategia de primera línea diferente si queremos preservar nuestras escasas opciones y dejar a los antibióticos y pesticidas para cuando realmente los necesitemos.
Promover los intereses de nuestros aliados microbianos, los que nos benefician cuando nos asociamos con ellos. Conservar y proteger los microbiomas es la dirección en la que deben apuntar las nuevas prácticas en medicina y agricultura.

La protección y, cuando sea posible, la restauración de los microbios es clave. Podemos proteger el microbioma humano recetando antibióticos sólo cuando sea necesario. Los profesionales médicos deben considerar el seguimiento con una prescripción adicional de probióticos, cepas específicas bacterias que, usadas adecuadamente, pueden ayudar a recuperar la microbiota intestinal benéfica después de una ingesta de antibióticos.

También podemos fomentar el desarrollo de microbioma. Para los seres humanos es bastante sencillo. Comer una dieta rica en fibra nutre el microbiota del intestino y es la mejor manera de mantenerlo en buen estado.
Las plantas también pueden beneficiarse de un microbioma bien alimentado. El uso de cultivos de cobertura y rotaciones de cultivos diversificados ayuda a construir la materia orgánica en la que prosperan los microbios beneficiosos para el suelo. Prácticas como estas son muy necesarias para conservar y proteger los microbiomas que necesitaremos para mantener nuestros cuerpos saludables y nuestros suelos productivos.
De hecho, la conservación de microbios beneficiosos ofrece una manera eficaz, y tal vez la única, de mantenerlos de nuestro lado en el futuro.

Después de todo, hay una razón estratégica muy simple para mantener legiones de aliados microbianos de nuestro lado: Nos superan en número de trillones a uno.


El edulcorante aspartamo bloquea una enzima intestinal lo que podría provocar diversas enfermedades


Un estudio ha hallado que el edulcorante aspartamo podría ser el disparador de diversas enfermedades, la obesidad entre ellas, ya que bloquea la actividad de una enzima intestinal.



aspartamo


Un equipo de investigadores del Hospital de Massachusetts encontró un mecanismo que explica por qué el uso de aspartamo (sustituto del azúcar) podría no promover la pérdida de peso sino todo lo contrario, además de ser el disparador de diversas enfermedades.
Los autores del estudio observaron cómo un producto que surge de la descomposición del aspartamo, la fenilalanina, interfiere con la acción de una enzima llamada fosfatasa alcalina intestinal (FAI) que actúa como previsora del síndrome metabólico. El síndrome metabólico son un grupo de síntomas asociados con la diabetes tipo 2 y la enfermedad cardiovascular.
También mostraron que ratones que recibieron aspartamo en su agua ganaron más peso y desarrollaron diversos síntomas del síndrome metabólico, que ratones alimentados con dietas similares pero carentes de aspartamo. 

Ya un estudio de 2013 se había advertido que los ratones que mantenían niveles normales de la enzima FAI podían prevenir el desarrollo del síndrome metabólico, aún con dietas ricas en grasas. Incluso en casos de ratones que ya sufrían de síndrome metabólico era posible reducir los síntomas aumentando los niveles de esta enzima.

Se sabe que la fenilalanina inhibe la acción de la enzima FAI, y el hecho de que la fenilalanina se genera cuando se digiere aspartamo, llevó a los investigadores a preguntarse si estas propiedades inhibidoras podrían explicar la falta de eficacia del aspartamo.


La investigación

En una serie de experimentos los autores observaron que la actividad de la FAI se redujo notablemente cuando dicha enzima fue agregada a una solución que contenía aspartamo, pero permaneció sin cambios cuando fue agregada a una solución que contenía azúcar.
La FAI se produce principalmente en el intestino delgado, en este sentido, los investigadores encontraron que una inyección de una solución de aspartamo en segmentos del intestino delgado de ratones redujo significativamente la actividad de la enzima. En contraste, la actividad de la FAI permaneció sin cambios en segmentos intestinales inyectados con una solución salina.

Para representar mejor los efectos del consumo de bebidas u otros productos que contienen aspartamo, los investigadores siguieron cuatro grupos de ratones durante 18 semanas.


Grupo 1: Dieta normal y agua con aspartamo

Grupo 2: Dieta normal y agua sola, sin aspartamo

Grupo 3: Dieta alta en grasas y agua con aspartamo

Grupo 4: Dieta alta en grasas y agua sin aspartamo


Los ratones del grupo 1 y 3 consumieron una cantidad de aspartamo equivalente a dos latas de refresco diario.  

Al final del estudio, estos fueron los resultados más relevantes:

a.) Mientras que había poca diferencia entre los pesos de los dos grupos alimentados con una dieta normal, los ratones con una dieta alta en grasas que recibieron aspartamo ganaron más peso que aquellos que sólo tomaron agua pura.

b.) Los ratones de ambos grupos que recibieron aspartamo tuvieron mayores niveles de azúcar en sangre, lo que indica intolerancia a la glucosa.

c.) Ambos grupos que recibieron aspartamo tenían niveles más altos de la proteína inflamatoria TNF-alfa en su sangre. Dicha proteína está asociada con el síndrome metabólico.

d.) Los ratones que recibieron aspartamo se mostraban más ansiosos con la comida, con más avidez por comer, esto obviamente está asociado con un aumento en el consumo de calorías.


Dichos resultados pueden ayudar a explicar por que el uso de este tipo de edulcorante es contraproducente. Si bien no se pueden descartar otros mecanismos subyacentes, estas investigaciones muestran claramente que la fenilalanina, procedente del aspartamo, bloquea la actividad de la FAI, independientemente de otros factores.


Referencia:
https://www.sciencedaily.com/releases/2016/11/161122193100.htm