Cáncer de mama, estrógenos y estilo de vida


Las tasas de cáncer de mama se han triplicado desde 1940. Si le preguntásemos a algún especialista que es lo que ha causado este incremento desmedido, seguramente nos responderá: los estrógenos. 





Para entender esto, debemos mirar cómo nuestro estilo de vida actual ha aumentado la exposición y la cantidad de estrógeno en el cuerpo femenino.
Existen una amplia variedad de factores acerca de nuestra forma de vida que son muy importantes, el primero es una dieta adecuada. Sabemos que la dieta moderna ha cambiado a una dieta alta en carbohidratos. Los carbohidratos se convierten en azúcares en el estomago, estos azúcares se absorben muy rápidamente, lo que provoca la liberación de insulina. Esta liberación de insulina conduce a que las células se dividan más rápidamente, lo que puede llevar a una división celular fuera de control.

Además, otra consecuencia de una dieta alta en carbohidratos es que dicho exceso conduce a una rápida absorción por parte del organismo, que a su vez, la insulina conducirá directamente a las reservas de grasa del cuerpo.

Dicho esto, uno de los mecanismos que conduce a la mujer a un mayor riesgo de cáncer de seno es la alta exposición a los estrógenos. Si nos fijamos en el medio rural, donde las niñas tienen una dieta más baja en carbohidratos, la incidencia de este cáncer es mucho menor.
También es importante saber que otro factor protector es tener un hijo a una edad temprana, en cambio, tener el primer período menstrual tardío ha demostrado ser un factor de riesgo.


¿Qué son los estrógenos?

Son hormonas sexuales esteroides (derivadas del colesterol), producidas por los ovarios, durante el embarazo por la placenta y, en menor cantidad, por las glándulas adrenales.
Este grupo de hormonas juega un rol fundamental en el desarrollo sexual y reproductivo de las mujeres. Pero su exceso puede acarrear problemas de salud.


Existen tres factores fundamentales que hay que observar: la dieta, el ejercicio y la obesidad. Hay más estrógeno en un organismo a causa del metabolismo de las células grasas, esto expone al pecho a más riesgo. Por tanto, son la obesidad, la falta de ejercicio y la dieta inadecuada lo que impulsa el estrógeno, que a su vez, promueve las mutaciones del cáncer de mama.

Como ya hemos mencionado, parece ser que los efectos del embarazo operaran como un factor de protección, pero ¿cómo funciona este delicado equilibrio entre los estrógenos, la progesterona y otras hormonas, que cambian el ritmo normal de la mutación hacia mutaciones más peligrosas que conducen a la enfermedad? Esta es una pregunta que la ciencia no ha logrado aún responder. Pero lo que si es seguro es que, una y otra vez, en diversas investigaciones se pueden observar a las fluctuaciones de los estrógenos como un factor de riesgo en el desarrollo de cáncer de mama. 


Alzheimer: las últimas investigaciones


El Alzheimer es el tipo de demencia más común entre las personas mayores de 65 años. Esta enfermedad provoca una degeneración gradual de gran parte de las neuronas del cerebro que termina afectando a la memoria, el comportamiento y la razón. Es la sexta causa de muerte en el mundo. 



Alzheimer


De las 10 enfermedades más comunes en el mundo, el Alzheimer es la única que todavía no ha podido ser enlentecida, detenida o impedida. Contrariamente a lo que muchos piensan, el factor genético no es la causa principal de esta enfermedad, la herencia solamente contribuye a elevar las probabilidades del individuo a desarrollarla. Asimismo, se sabe que existen factores ambientales que favorecen la aparición del Alzheimer.

Decenas de estudios sobre esta enfermedad han sido publicados en el último año, desde los potenciales factores de riesgo hasta las maneras de disminuir las probabilidades.
Como ocurre con los estudios científicos, algunos son más factibles que otros, pero en su conjunto presentan signos contundentes de progreso. De todos ellos, hemos seleccionado las seis investigaciones más convincentes.


1.) La visión negativa del envejecimiento aumenta el riesgo

Un estudio reciente realizado por investigadores del Instituto de la Vejez de Baltimore (Usa) encontró que las opiniones negativas de personas mayores sobre el envejecimiento, aumentan el riesgo de sufrir la enfermedad. El estudio se centró en el volumen del hipocampo de dos grupos de individuos: uno con una visión negativa de la vejez y otro con una visión positiva.
Los investigadores hallaron que el grupo con visión negativa tenía una tasa de disminución del volumen del hipocampo tres veces superior al del grupo con una visión positiva. Específicamente, la contracción del hipocampo es una de las principales características de la enfermedad de Alzheimer. Otra particularidad de esta enfermedad es que se produce una acumulación anormal de proteínas (placas) que el grupo de visión negativa también presentó en mayor número. 


2.) Algunos alimentos podrían ayudar a reducir el riesgo

Una investigación presentada por la Universidad Médica de Rush (Chicago) estudió a 900 personas de mediana edad en el transcurso de cinco años. Dichos individuos siguieron una dieta llamada “Dieta de Retraso Neurodegenerativo” que consistía en una alimentación rica en granos, pescados, vegetales, frutas y aceite de oliva. Entre los participantes que siguieron la dieta rigurosamente, los investigadores encontraron que la reducción del riesgo de contraer Alzheimer fue de un 53%. Entre aquellas personas que siguieron la dieta en forma “moderada”, la reducción del riesgo fue del 35%.


3.) Trastornos del sueño podrían aumentar el riesgo

Durante un estudio realizado con ratones en el laboratorio de Neuroimagen de la Universidad de California, los investigadores hallaron indicios de que los trastornos del sueño aumentan el riesgo de padecer Alzheimer. Los autores explicaron que el sueño permite al cerebro deshacerse de una proteína tóxica que se acumula en algunas áreas cerebrales de personas que padecen esta enfermedad.
Los investigadores compararon al sueño con un lavavajillas, que limpia esta “proteína basura”. En los ratones con trastornos del sueño, el cerebro tenía menos tiempo para deshacerse de la toxina, causando una acumulación de esta sustancia.
Los científicos dicen que esta acumulación deteriora funciones mentales como el aprendizaje y la formación de nuevos recuerdos, lo que lleva a la conclusión de que un trastorno crónico del sueño puede ser un factor de riesgo para la enfermedad de Alzheimer.


4.) El café podría reducir el riesgo

Buenas noticias para los amantes del café. Un estudio de la Escuela de Salud Pública de Harvard encontró evidencias de que esta bebida puede ayudar a reducir el riesgo de Alzheimer. En un análisis a más de 90 mil mujeres y 40 mil hombres, los investigadores encontraron en el consumo habitual del café una “asociación inversa significativa” en la mortalidad debido a enfermedades neurológicas.
En este estudio, el menor riesgo de muerte por enfermedad de Alzheimer no fue el único descubrimiento, los investigadores también encontraron que aquellas personas que bebían regularmente café eran menos propensas a padecer enfermedades cardíacas.
Los científicos teorizaron que "compuestos bioactivos" del café pueden ser responsables, pero subrayaron la necesidad de más investigación para llegar a una conclusión más precisa.


5.) El estrés podría incrementar el riesgo

Un estudio publicado en la revista “Alzheimer and Associated Disorders” (Alzheimer y trastornos asociados) asegura que un aumento del estrés puede ser un factor de riesgo para esta enfermedad. La investigación realizó un seguimiento a 500 personas adultas en el transcurso de tres años para medir sus niveles de estrés.
En aquellos individuos que se percibían a sí mismos en forma muy frecuente como muy estresados, se observó un mayor riesgo de deterioro cognitivo temprano. Una posible causa, sugirieron los investigadores, es que el aumento de cortisol debilite las células nerviosas del cerebro.


6.) El alcohol puede reducir la mortalidad de la enfermedad

Investigadores de la Universidad de Copenhague vincularon un consumo moderado de alcohol con un menor riesgo de muerte en personas con enfermedad de Alzheimer.
Entre los 320 pacientes con Alzheimer que fueron estudiados, aquellos que consumían dos o tres copas de alcohol al día tenían un riesgo 77% menor de morir a causa de la enfermedad. 
Los científicos no fueron capaces de determinar de que forma las bebidas alcohólicas pueden influir en esto. Simplemente recordaron que en estudios anteriores también se ha afirmado que el consumo moderado de alcohol puede actuar como protector del cerebro. 



Las personas mayores podrían aumentar su resistencia ósea dando pequeños saltos


Una reciente investigación de la Universidad de Bristol ha hallado que las personas mayores podrían mejorar su resistencia ósea realizando series de pequeños saltos todos los días. 


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Un estudio de la Unidad de Investigación sobre trastornos Músculo-Esqueléticos de la Universidad de Bristol (Inglaterra) afirma que de esta forma las personas de la tercera edad podrían aumentar la densidad y resistencia de sus huesos, lo que a su vez podría reducir el riesgo de caídas y fracturas. Los resultados de esta investigación fueron publicados en la revista “International Osteoporosis”. 

La fractura de huesos, además de ser dolorosa, puede ser un punto de inflexión en la vida de las personas mayores ya que contribuye en la pérdida de confianza y en la merma de independencia, debido sobre todo, a que serán menos capaces de hacer cosas por sí mismas. Particularmente la fractura de cadera puede llevar a una disminución de la capacidad funcional y generalmente tiene un impacto significativo en la calidad de vida de la persona. Una muestra de esto es que las tasas de mortalidad entre las personas mayores de 60 años después de ser hospitalizadas debido a una fractura de cadera son de 36% para hombres y 21% para mujeres, dentro del año posterior a la internación.

Los autores del estudio encontraron que las personas de más avanzada edad estaban preocupadas por el daño que este ejercicio podría causar en sus articulaciones o caerse. Sin embargo, al informarles que este tipo de actividad física les permitiría ser más independientes durante más tiempo, la mayoría de los participantes aceptó ser parte del estudio.
Los investigadores también encontraron que los participantes estaban interesados en aprender una actividad física que les pudiera mantener su movilidad, independencia y relaciones sociales.

Se utilizaron cinco grupos integrados por hombres y mujeres mayores de 65 años. Los ejercicios consistieron en dar saltos multidireccionales o saltos en un mismo lugar, en este último caso bien podría ser tomado de un mueble, una puerta o mesa para personas que sientan que pueden perder el equilibrio y caer durante los ejercicios.
Las sesiones supervisadas se realizaron una vez por semana durante el primer mes y luego, una vez cada 15 días durante los siguientes 3 meses. El resto de los días las personas hacían los ejercicios en su propio hogar.

Las sesiones de ejercicios comenzaron siendo tres series de 10 saltos por día, entre cada serie se realizan de 10 a 20 segundos de descanso. La persona debía ir subiendo progresivamente la cantidad de saltos hasta completar cinco series de 10 saltos todos los días, requeridas como meta por los autores de la investigación.
Hacia el final del estudio, sólo 3 personas se habían retirado del experimento.

Los resultados finales arrojaron que, durante los meses que duró el sondeo, la mejora en la DMO (densidad mineral ósea) de los participantes fue, en promedio, de 0,3. Tengamos en cuenta que los investigadores compararon los datos con un grupo de control, personas inactivas que no hicieron ningún ejercicio físico durante el estudio, en ese mismo período de tiempo el grupo de control perdió 0,2 de DMO. Es decir, las personas que participaron de la investigación conservaron y ganaron masa ósea, mientras que el grupo de control la perdía. 

Para terminar, decir que posteriormente al estudio se reportaron mejoras por parte de los participantes en cuanto a un mejor equilibrio, un aumento en la movilidad, mayor resistencia a la fatiga, más fuerza y mejor coordinación.
Por último, los autores de la investigación creen que este ejercicio se podría habituar sin problemas dentro de las actividades cotidianas de muchas personas mayores, fundamentalmente por ser una práctica sencilla, y que debido a esto, podría ayudar a facilitar su adopción en el largo plazo.


Referencia: http://link.springer.com/article/10.1007/s00198-015-3376-7


Una mejor digestión: 9 consejos para lograrla


Intestino irritable, estreñimiento, acidez, dolores de estómago, gastritis, flatulencias… las dietas y el ritmo de vida actuales hacen que algunos de estos problemas digestivos sean algo común para muchas personas. 



digestión


Afortunadamente muchos de estos padecimientos se pueden aliviar a través de unos pocos cambios en la alimentación y el estilo de vida. Estas son 9 reglas que podemos seguir para una mejor digestión. 


1.) Agregue al menos 25 gramos de fibra a su dieta diaria

Varias investigaciones han demostrado que los alimentos ricos en fibra ayudan a restablecer el equilibrio en el intestino y mejorar las condiciones para patologías como el síndrome de intestino irritable, estreñimiento y hemorroides.
La recomendación estándar son 38 gramos de fibra al día para hombres y 25 gramos para mujeres. Es más fácil de lo que piensa alcanzar esos objetivos, por ejemplo, una taza de frijoles negros cocidos contiene unos 15 gramos de fibra, más de la mitad de la ingesta diaria recomendada para mujeres.
Otros alimentos ricos en fibra son: alcachofas, frambuesas, peras, manzanas, guisantes, lentejas, frijoles, arroz integral, salvado, ciruelas, semillas de girasol y almendras.


2.) Beber un mínimo de 2 litros de agua al día

Los beneficios del consumo de fibra pueden ser reforzados en gran medida por un aumento de consumo de líquido, al menos 2 litros al día, que son alrededor de 8 vasos. Esto se debe a que beber líquido suficiente es crucial para que la fibra funcione correctamente en su tracto digestivo.
Beber una o dos tazas de té verde sin azúcar durante el día también es una buena manera de mantenerse hidratado y además recibir una buena dosis de fitonutrientes.


3.) Bajar el consumo de carbohidratos procesados

Los carbohidratos procesados como la harina blanca, azúcar blanco, jarabe de maíz alto en fructuosa, o cualquier producto fabricado con ellos, daña su microbiota intestinal. Esto se debe a que los alimentos procesados crean un desequilibrio entre las bacterias buenas y malas en nuestra flora intestinal. 
Varias investigaciones han corroborado que los azúcares refinados pueden conducir a un crecimiento excesivo de bacterias dañinas en el intestino.


4.) Tomar infusiones de hierbas

Los tés de hierbas ayudan a la digestión y a combatir el intestino irritable. Los más beneficiosos para la digestión son el jengibre, menta, hinojo, anís, diente de león, alcachofa, melisa y manzanilla.
En concreto, el té de manzanilla ayuda a aliviar la diarrea, náuseas, irritación gastrointestinal y las indigestiones.


5.) Alimente a su intestino de bacterias buenas

Los probióticos (microorganismos vivos) y los prebióticos (alimentos para esos microorganismos) aumentan los niveles de bifidobacterias (bacterias beneficiosas) que ayudan a reducir los trastornos digestivos, aliviar el estreñimiento y minimizar los síntomas del síndrome de intestino irritable.
Para añadir más probióticos a su dieta consumir: yogur, kéfir, chucrut, chocolate negro, sopa de miso, tempeh o té de kombucha. Los alimentos con más prebióticos naturales son: ajo, espárrago, cebolla y puerro.


6.) Evitar los antibióticos, siempre que sea posible

Está comprobado que los antibióticos reducen la diversidad bacteriana en el intestino, matan bacterias beneficiosas y ayudan al crecimiento de bacterias dañinas, además, hacen más resistentes a estas últimas.
Una ingesta frecuente de antibióticos puede conducir a un desequilibrio crónico en el intestino, lo que puede desembocar en problemas gastrointestinales. En definitiva, usar antibióticos sólo cuando sea absolutamente necesario.


7.) Consumir remolachas

Estos tubérculos rojos poseen potentes propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Alivian los síntomas de la irritación gastrointestinal. Además, se ha demostrado que pueden reducir el riesgo de lesiones precancerosas en el colon.


8.) Practicar yoga

La práctica regular de yoga ha demostrado mejorar la circulación sanguínea en la zona de los intestinos, además de disminuir los síntomas del síndrome de intestino irritable y mejorar la función intestinal. También reduce el estrés, algo fundamental para una buena digestión. Muchas personas con problemas digestivos que comienzan a practicar yoga han reportado mejoras significativas en poco tiempo.


9.) Adopte en su dieta diaria alguna verdura de hoja verde

Gracias a su contenido de fibra, las verduras de hoja verde como la espinaca, acelga o la col rizada, pueden ayudar a regular su digestión. Un componente de estas hojas llamado Tilacoides regula la absorción de la glucosa y ralentiza la absorción de las grasas, haciendo trabajar mejor al intestino. Además, la clorofila que contienen las hojas de estas verduras disminuye el riesgo de cáncer de colon.