Microbioma: algunos datos sobre nuestros microbios


Existen billones de microorganismos dentro de cada uno de nosotros. Este aún misterioso ecosistema que vive en el interior y en la piel del ser humano, determina, en un alto porcentaje, nuestro estado de salud y hasta nuestra personalidad. 


Microbioma


Entre 30 y 100 billones de microorganismos existen en un cuerpo humano. Se podría decir que es otro órgano, ya que todo junto puede llegar a pesar aproximadamente 1,3 kg, o sea, casi lo mismo que el cerebro. Además, realiza un sinnúmero de funciones en nuestro organismo, desde ayudar a la digestión hasta afectar nuestro estado de ánimo. En muchos casos apenas se está comenzando a comprender su alcance.
A continuación, veamos algunas cosas interesantes de este verdadero ecosistema que vive con nosotros.


1.) Nuestra primera dosis

En el útero los bebés se encuentran en una zona estéril, sin microbioma en absoluto. La mayoría de los bebés captan su primera dosis de microbios en el canal vaginal, momento en el cual nuestros primeros microbios dan forma a nuestro sistema inmunológico, digestivo e incluso nuestro cerebro. Por ejemplo, las bacterias que necesitan los bebés para digerir la leche materna, los Lactobacilus, se obtienen en ese momento.
¿Qué sucede entonces con los niños nacidos por cesárea? Estos bebés, a menudo adquieren las bacterias a través de las manos del médico o del medio ambiente que les rodea en ese momento, esto puede desbalancear su microbioma. Los niños nacidos por cesárea tienen tasas ligeramente más altas de asma, alergias, infecciones intestinales y retrasos en el desarrollo del sistema inmune. No obstante, se les puede dar probióticos para compensar los que no han recibido.


2.) Razones para amamantar

La leche materna contiene varios tipos de bacterias que se transmiten al bebé, es por ello que aproximadamente el 10% de los nutrientes de esta leche no es digerible por el ser humano. La leche materna también contiene “señuelos” químicos que atraen a los microbios que causan enfermedades, por lo que estos se adhieren a las moléculas de la leche en lugar de las células del bebé. Los bebés que padecen cólicos tienen menos bacterias adquiridas de la leche materna y más bacterias como la Proteobacteria, que puede causar gases. Reequilibrar estas bacterias ha demostrado ser una cura para los cólicos de los bebés.


3.) Diferencias a flor de piel

Nuestro microbioma de la piel revela diferencias importantes sobre nosotros. Los dueños de perros tienen más diverso microbioma que aquellos que no los tienen, además, pueden compartir ciertos perfiles microbianos con sus mascotas.
Las personas que usan antitranspirantes tienen alrededor de 50 veces menos bacterias bajo el brazo que la gente que solo usa jabón.
Las manos de las mujeres y hombres tienen distintos perfiles microbianos, incluso la mano derecha e izquierda de una misma persona pueden tener diferentes ambientes microbianos.


4.) El mal aliento de las mañanas

Más de mil tipos de bacterias, repartidas en unas 100 a 200 especies, viven en la boca humana. La mayoría no hace ningún daño, pero en condiciones apropiadas estas pueden ocasionar caries en los dientes, enfermedades en las encías o mal aliento. Precisamente el mal aliento se produce por los químicos sulfurosos que produce la lengua por las noches, ya que la boca se seca y la saliva no puede actuar limpiando estos químicos.


5.) Un poco de suciedad no es tan mala

Nuestro sistema inmunológico está capacitado para no atacar todo. Está demostrado que la exposición a ciertos microbios reduce las probabilidades de contraer alergias o asma. Por ejemplo, los niños que adquieren las bacterias “Lactobacilos johnsonii” del polvo ambiental o del perro de la casa, tienen menos tasas de alergias pulmonares.
En algunos experimentos recientes se ha observado que ratones alérgicos a los cacahuetes se vuelven más resistentes cuando se les da ciertos tipos de cepas bacterianas en sus intestinos, esto podría ayudar a prevenir algunas alergias humanas en el futuro.


6.) El microbioma proporciona nutrientes

Tanto en seres humanos como en animales, el microbioma intestinal también proporciona nutrientes carentes en nuestra dieta. Por ejemplo, algunos pueblos de Nueva Guinea pueden vivir con una dieta compuesta en un 90% de patatas dulces, esto es posible gracias a que su flora intesitinal ha evolucionado para producir las proteínas que faltan en su alimentación. Otro claro ejemplo es lo que sucede con las algas, mientras que en occidente la mayoría de la gente no puede digerirlas, los japoneses si pueden gracias a que su flora intestinal ha evolucionado para poder hacerlo. Del mismo modo, el microbioma intestinal de los occidentales produce muchas más enzimas para digerir carbohidratos que las personas nacidas en Asia.


7.) Flora intestinal y obesidad

Probablemente existen muchas razones para la obesidad, incluyendo la dieta y el estilo de vida. Sin embargo, otra teoría ha cobrado fuerza entre los investigadores en los últimos años, y es la composición de la flora intestinal. Distintos estudios han demostrado que hay diferencias entre el microbioma intestinal de personas delgadas y personas obesas. En un estudio realizado en la Universidad de Minnesota, a un grupo de ratones con peso normal se les transplantó microbioma intestinal de ratones obesos. El resultado fue que los ratones engordaron comiendo la misma dieta que antes.
Otra correlación ocurre con los antibióticos, que al consumirlos, matan ciertas bacterias en los intestinos y esto propicia la obesidad. Curiosamente, en los estados de Estados Unidos donde más antibióticos se ingieren (Missisipi y Virginia) están las tasas más altas de obesidad de ese país.


8.) Estado de ánimo y flora intestinal

Nuestro cerebro e intestino se comunican entre sí todo el tiempo. Considere esto: el intestino contiene 500 millones de neuronas conectadas al cerebro a través del nervio vago. También produce el 80% de la serotonina, hormona que regula el estado de ánimo, el sueño y la memoria. Esta puede ser la causa por la cual los trastornos intestinales a menudo vienen acompañados de estados depresivos, como así también las personas autistas frecuentemente tienen problemas digestivos.
En un experimento de laboratorio se logró alterar el comportamiento en ratones simplemente intercambiando microbios intestinales de ejemplares sin patologías previas con ratones que sufrían frecuentes ataques de ansiedad. 


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