La obesidad infantil en el cerebro de los niños


Los efectos de la obesidad en el cerebro, y en la salud en general, han sido ampliamente estudiados en los últimos tiempos, pero dichos estudios se han realizado casi exclusivamente con adultos. En contraste, el impacto de la obesidad sobre la salud del cerebro en la infancia permanece en gran medida desconocido. 


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Lo cierto es que el cerebro humano se desarrolla muy rápidamente durante los primeros años de vida, particularmente los lóbulos frontales del hipocampo, que son los responsables del aprendizaje, la memoria y que las funciones cognitivas continúen desarrollándose durante este período crítico de tiempo.

Muchos son los factores que contribuyen a la obesidad infantil: la predisposición genética, un ambiente obesógeno, es decir, la influencia social hacia una mayor ingesta calórica, la reducción del gasto energético y la obesidad de los padres. También durante el desarrollo fetal, la sobrealimentación materna incide en una mayor masa grasa en el niño. 

A largo plazo, la obesidad inevitablemente conduce a una variedad de trastornos metabólicos, incluyendo la intolerancia a la glucosa, dislipidemia (alteración del metabolismo de los lípidos), hipertensión arterial y niveles elevados de proteínas inflamatorias en todo el cuerpo, incluido el cerebro. Es este último factor, la inflamación, lo que produce consecuencias negativas sobre la función cerebral a lo largo de la vida.
  

Las citoquinas

Hace unos años se puso de manifiesto que las células grasas producen inflamación mediante la liberación de unas proteínas llamadas citoquinas.
Hace no mucho tiempo se demostró que las citoquinas son capaces de inducir la contracción de algunas regiones del cerebro, principalmente de la materia gris, que es el área que el cerebro utiliza para el proceso de aprender cosas nuevas y no olvidar los recuerdos.
Cuanto más importante sea la inflamación, mayor es el encogimiento cerebral. 

Una reciente investigación de resonancia magnética entre más de 80 adolescentes (todas del sexo femenino) mostró que el aumento de peso está relacionado con un bajo volumen de materia gris en regiones del cerebro donde se controla la inhibición del comportamiento, esto hace aumentar considerablemente el riesgo de un futuro aumento de peso. Es decir, esta condición se alimenta en si misma ya que hace que sea más difícil para los niños controlar sus malos hábitos.

Durante la adolescencia, la obesidad esconde ciertas deficiencias en la atención, la flexibilidad mental y la falta de control de ciertas conductas.
Un estudio reciente examinó la relación entre el rendimiento académico, el funcionamiento cognitivo y el índice de masa corporal (IMC) entre aproximadamente 2500 niños de ambos sexos de 9 a 13 años. Los resultados arrojaron que el IMC estaba correlacionado inversamente con algunas capacidades mentales generales, incluso después de segmentar por características demográficas, estilos de vida, etc. Sin embargo, el IMC no estaba relacionado con el rendimiento académico.


Para terminar

En general, la obesidad en la infancia está implicada en un menor rendimiento en tareas de control cognitivo. Fundamentalmente, a más obesidad los niños son propensos a presentar criterios más bajos en tareas de autocontrol.
La buena noticia es que las consecuencias de la inflamación debido a la grasa corporal, tienden a desarrollarse lentamente y requieren de muchos años para que se manifiesten plenamente. Es por ello que mientras más pronto se pierde grasa, más rápido el cerebro puede comenzar a recuperarse. Es decir, es un factor de riesgo que se puede prevenir.