Grasa abdominal: que papel juegan las grasas saturadas de la dieta


Una reciente investigación de la Universidad de Uppsala (Suecia), muestra que el consumo de grasas saturadas estimula la acumulación de más grasa abdominal y la creación de menos masa muscular en nuestro cuerpo, que si consumimos grasas poliinsaturadas.


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Este es el primer estudio en humanos que demuestra que la composición de la grasa de los alimentos, no sólo influye en los niveles de colesterol en la sangre y en el riesgo cardiovascular, sino también en el lugar dónde se almacena la grasa en el cuerpo.
El resultado de esta investigación ha sido publicado recientemente en la revista 'American Diabetes'.


El estudio

La investigación incluyó a 40 personas de ambos sexos, todos adultos jóvenes y de peso normal.
Los participantes consumieron 750 calorías adicionales por día durante 7 semanas, la meta era que aumentaran el 3% de su peso inicial.

Las personas fueron separadas en dos grupos, a ambos se les dio exactamente la misma dieta (misma cantidad de azúcar, de hidratos de carbono, proteínas, etc.) la única diferencia estaba en unas magdalenas muy ricas en grasas incluidas en el menú diario. Mientras que para el primer grupo dichas magdalenas estaban hechas con grasas poliinsaturadas (aceite de girasol), el segundo grupo recibió las mismas magdalenas pero fabricadas con grasas saturadas (aceite de palma).

El aumento y la distribución de la grasa corporal en el cuerpo se midieron con imágenes de resonancia magnética, antes y después del tratamiento, también se midió la masa muscular de los participantes. La actividad génica en la grasa abdominal se midió con la ayuda de un chip que estudia varios genes a la vez.


Los resultados

A pesar de que los aumentos de peso tuvieron guarismos similares en los dos grupos, el consumo en exceso de grasas saturadas provocó un notable incremento en la cantidad de grasa en el hígado y abdomen (en especial de la grasa que rodea los órganos internos, la grasa visceral) en comparación con quienes consumieron grasas poliinsaturadas.
Además, la cantidad total de grasa corporal fue mayor en el grupo que consumió grasas saturadas, a su vez también, el aumento de masa muscular fue tres veces mayor en el grupo que consumió grasas poliinsaturadas.

Esto quiere decir que el aumento de peso entre quienes consumieron calorías de grasas poliinsaturadas, fue causado por más aumento de masa muscular y menos de grasa corporal.
En vista que la mayoría de las personas (al menos en el mundo occidental) están con un balance energético positivo, o sea aumentamos de peso lenta pero gradualmente con el correr del tiempo, estos resultados son muy relevantes.
  
El director del estudio, el profesor Ulf Risérus opina que: 
“Tanto la grasa del hígado como la visceral parecen contribuir a una serie de alteraciones en el metabolismo. Por tanto, estos resultados pueden ser importantes para personas con enfermedades metabólicas como por ejemplo, la diabetes. Si los resultados relativos al aumento de la masa muscular tras el consumo de grasas poliinsaturadas pueden ser confirmados en próximos estudios, será muy interesante para personas de edad avanzada, para quienes el mantenimiento de la masa muscular es fundamental”.
  

Diabetes y enfermedades cardiovasculares

Cuando se trata del riesgo a desarrollar enfermedades cardiovasculares y diabetes, parece ser que es más importante el lugar del cuerpo dónde se almacena la grasa, que la cantidad de grasa que el cuerpo tiene.

Tanto la grasa visceral, como así también una alta proporción de grasa en el hígado, están estrechamente relacionadas con un riesgo más alto de desarrollar diabetes tipo 2. 
Estudios anteriores han indicado que una mayor ingesta de ácidos grasos poliinsaturados procedentes de frutos secos y aceites vegetales, están asociados con un menor riesgo de padecer diabetes tipo 2, pero las razones de esto no están claras.

El presente estudio expresa un posible esclarecimiento de esta asociación, lo que demuestra que los ácidos grasos poliinsaturados pueden afectar a la distribución de grasa en el cuerpo de manera más favorable que las grasas saturadas, probablemente mediante la regulación del aumento de la combustión de energía o la disminución de la acumulación de grasa visceral, en relación con las dietas ricas en calorías.

Los investigadores también pudieron observar que el consumo excesivo de grasas saturadas parece ser capaz de "activar" ciertos genes en el tejido graso que aumentan el almacenamiento de grasa en el abdomen y, al mismo tiempo, dificultan la regulación de insulina. Las grasas poliinsaturadas, en cambio, pueden "encender" genes en la grasa visceral, que a su vez están vinculados al almacenamiento reducido de grasa y de un mejor metabolismo del azúcar en el cuerpo. Sin embargo, dicen los autores, se necesitan más estudios para entender cómo ocurre esto en humanos.

Este hallazgo también puede ser un factor importante en relación a la tendencia de algunas personas a acumular grasa en el abdomen y el hígado. Los nuevos descubrimientos sugieren que la composición de la grasa de la dieta, en el mediano o largo plazo, podría desempeñar un papel fundamental en la prevención de los trastornos relacionados con la obesidad, como la diabetes tipo 2, antes de que aparezca el sobrepeso.